La vida regida por el ridí­culo :: Todo se puede en México…

La vida regida por el ridí­culo

crisis alimentaria mundial

mayo 30th, 2008

Este artículo también esta interesantísimo y es algo en lo que muy pocos nos hemos puesto a pensar: La crisis alimentaria que empieza a padecer el mundo.Lo peor es que no es provocada por falta de alimentos o falta de terrenos de cultivo

Es por la creciente y despiadada especulación de intermediarios sin escrúpulos y por la pobreza de miles de millones de pobres en el mundo   que no pueden compararla y que se echa a perder.

Otra interrogante   es:

¿Cuánta comida se desperdicia en todo el mundo todos los días?… o bien, porque no nos comemos todo lo que nos sirven, o bien por especular con los precios en el mercado alimetario local, nacional o mundial?

¿Hasta cuándo vamos a entender que el capitalismo depredador terminará por matarnos a todos?

pinguinofrog

  

Periódico La Jornada México D.F. lunes 26 de mayo 2008

Cambiar el sistema agroalimentario, única alternativa para detener el fenómeno  

Alimentos: silencioso asesinato en masa en países en desarrollo    

    

–  El futuro inmediato, de penuria y altos precios

–  Los transgénicos no serán la solución

Luis Hernández Navarro

Comenzó en México como la guerra de la tortilla en enero de 2007. Se siguió a Italia como la huelga del espagueti nueve meses más tarde. Después se convirtió en alud imparable. Las protestas contra el alza en el precio de los alimentos se sucedieron en Haití, Mauritania, Yemen, Filipinas, Egipto, Bangladesh, Indonesia, Marruecos, Guinea, Mozambique, Senegal, Camerún y Burkina Faso.

En el mundo de hoy hay más hambre de la que había. La desesperación y la rabia ante el hecho de no tener un bocado que llevarse a la boca han provocado saqueos y robo de cereales en campos, bodegas y tiendas; también caos, pillaje e incendios. Muchos gobiernos han respondido con detenciones arbitrarias, asesinatos y torturas. En Pakistán y Tailandia los ejércitos patrullan las calles.

En Haití, las manifestaciones dejaron saldo de varios muertos y decenas de heridos. Para paliar el descontento, el haitiano René Preval anunció un programa de subvención para la producción local de arroz, leche y huevos.

En Marruecos, ciudadanos furiosos han formado los tansikiyate para luchar contra el alza de precios de productos de primera necesidad. El pan subió de golpe 25 por ciento en septiembre de 2007, y se produjeron graves incidentes en la ciudad de Sefrú.En Egipto, el descontento actual remite a épocas pasadas. El clérigo Sheik Yusef al Bradi, de la Universidad de Al Azar, recordó las similitudes con la famosa ‘revuelta del pan’ en 1977, cuando el gobierno intentó recortar las subvenciones a los alimentos y se produjeron grandes disturbios. Por lo menos tres personas murieron en el delta del Nilo.En febrero de 2008 se suscitaron graves conflictos en Camerún. La policía reprimió salvajemente a los inconformes. El presidente Paul Biya, quien gobierna desde 1982, reconoció 40 muertos; los inconformes afirman que fueron más de 100.

Se trata de un hecho global. Usualmente la escasez generalizada de alimentos se ha producido en países y regiones localizadas, ante desastres naturales, plagas o guerras. Pero ahora sucede de manera simultánea en multitud de naciones y varios continentes.

El aumento –por ejemplo– a los precios del trigo tiene impacto real, pero limitado, para los consumidores europeos. En el viejo continente el pan supone apenas 1.8 por ciento del costo de la canasta básica. Pero en países con poblaciones pobres, como India, China y Egipto, que han hecho grandes esfuerzos por combatir la desnutrición, ha tenido efectos severos.

La situación es dramática. Cada cinco segundos se produce en el mundo una muerte de un menor de 10 años por hambre, y la situación va a agravarse. Hay cerca de 850 millones de seres humanos que no tienen que comer. El Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas estima que, a partir de la actual crisis, hay 100 millones de personas hambrientas más. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), en 37 países se ha desatado una crisis alimentaria. En 2008, los naciones más pobres pagarán 65 por ciento más por sus importaciones de cereales; en algunos países africanos el incremento será de 74 por ciento.Jean Ziegler, relator especial de la ONU sobre el derecho a los alimentos, sostiene que es como si detrás de cada víctima por la hambruna hubiese un asesinato. ‘Esto es un asesinato en masa silencioso.’

La ley de San Garabato (vender caro, comprar barato)
La producción de alimentos se ha modificado notablemente en el último año y medio. Las piezas del sistema agroalimentario mundial se han trastocado. Hasta ahora la agricultura se había caracterizado por una caída sostenida en los precios reales, acompañada por incrementos temporales en los precios de algunos productos, cultivos excedentes, agresivas políticas de apoyo a los precios y protección comercial. Esta disminución en los precios ocurrió a pesar del aumento en los costos de fertilizantes y energéticos.
Esa tendencia cambió ya radicalmente. El nivel de reservas de granos y oleaginosas, de acuerdo con los estándares históricos, se ha reducido dramáticamente. Sus precios se han incrementado hasta llegar a las nubes.

Hoy, el arroz cuesta en Asia tres veces más de lo que valía hace apenas tres meses. En la bolsa de Chicago el precio de un bushel (25.401 kilogramos) de maíz alcanzó 6.37 dólares, precio nunca antes visto. El trigo elevó su valor 130 por ciento en un año.

Esta escalada inflacionaria abarca muchos otros productos agropecuarios. En México el litro de aceite subió de 6.73 pesos en enero de 2006 a 36.50 en abril de 2008, mientras el pan de caja pasó de 13.21 pesos en enero de 2006 a 24 en abril de este año. En casi todo el mundo han aumentado lácteos, carnes, huevo, vegetales y frutas.

Irónicamente, durante 2007 la producción mundial de granos aumentó 4 por ciento en relación con 2006. La cosecha fue de 2 mil 300 millones de toneladas. Esto es un volumen tres veces mayor al obtenido en 1961. Sin embargo, durante ese mismo lapso la población humana se duplicó.

El problema del hambre en el mundo no es, entonces, falta de comida, sino que millones de seres humanos no pueden comprarla. En contra de lo que señalan las leyes del mercado, que dicen que si la producción aumenta los precios bajan, el costo de los alimentos ha subido.

Parte de la adversidad proviene de la creciente concentración monopólica de la industria agroalimentaria mundial. El hambre de muchos es la bonanza de pocos. En momentos de adversidad como la actual, un puñado de empresas han visto crecer sus ganancias de manera desorbitada.

Es el caso de las compañías dedicadas a la fabricación de fertilizantes. Durante 2007, Potato Corp incrementó sus beneficios 72 por ciento respecto de 2006. Yara tuvo 44 por ciento más utilidades. Las ganancias de Sinochem crecieron 95 por ciento, y las de Mosaic 141 por ciento.

También las grandes comercializadoras de granos. Durante los tres primeros meses de 2008, Cargill obtuvo beneficios 86 por ciento mayores que durante el mismo periodo del año anterior. En 2007, ADM tuvo ganacias 67 por ciento superiores a las de 2006; Conagra, 30 por ciento; Bunge, 49 por ciento, y Noble Group, 92 por ciento.

Igual suerte tienen las multinacionales procesadoras de alimentos, como Nestlé y Unilever, y las firmas dedicadas a producir semillas y agroquímicos, como Dupont, Monsanto y Sygenta. (Véase, ‘El negocio de matar de hambre’, Grain, abril de 2008).

Los granos de la mazorca
¿Por qué, entonces, si el volumen de la cosecha de granos en 2007 logró récord mundial, los precios de los alimentos se han elevado?

Básicamente, por la confluencia de cinco factores en el marco de la crisis general de un modelo de producción agropecuario. Éstos son: utilización de granos básicos para elaborar agrocombustibles; incremento en el precio de los insumos; efectos del calentamiento global en la agricultura; cambios en el patrón de consumo alimentario, y la especulación en la bolsa de valores. Todo ellos como parte de la crisis del modelo de la agricultura industrial en grandes predios, altamente dependiente del petróleo, basada en la lógica de las ventajas comparativas y el libre comercio, dominante hoy día.

En sincronía con el aumento del precio del petróleo en el mundo, se ha intensificado la elaboración de agrocombustibles. Más que por el impulso del mercado, su fabricación ha crecido por el apoyo de cuantiosos subsidios y políticas públicas destinadas a su fomento. La Unión Europea acordó como obligación para 2010 que 5.75 por ciento del transporte se base en bioetanol y biodiesel. En Estados Unidos, la legislación prevé que en 2012 se usarán 27 mil millones de litros de agrocombustibles. George W. Bush propuso como meta elaborar 133 millones de litros en 2017. Para ello se ha establecido un ambicioso programa de incentivos económicos a los productores.

El crecimiento de la demanda mundial de agrocombustibles ha reducido la producción de granos, reconvertido los cultivos en amplias superficies agrícolas y disparado los precios. La población mundial consume directamente menos de la mitad de los granos que se cosechan. El resto sirve para alimentar vacas y vehículos motorizados.

El incremento en el precio del petróleo ha subido los costos de producción agrícola. El modelo preponderante es adicto al oro negro. No puede sembrar sin él. Los fertilizantes y parte de los agroquímicos utilizados en las cosechas son hechos con petróleo. La maquinaria y los vehículos para sembrar, cosechar, procesar, almacenar y transportar necesitan combustibles y aceites provenientes de refinados del petróleo. Parte de la energía eléctrica requerida para extraer agua y regar los sembradíos se genera con derivados del petróleo. Los plásticos que cubren invernaderos y las mangueras para regar los campos son fabricados con materias primas provenientes del petróleo. Los materiales para envasar y el trasporte hacia los mercados requieren derivados del petróleo. Y todos ellos cuestan más ahora. Plásticos como el polipropileno valen hasta 70 por ciento más que en 2003.

El modelo agrícola industrial preponderante es parcialmente causante del cambio climático. Ahora, esa transformación ha dislocado la agricultura mundial. La tradicional incertidumbre del sector es mucho mayor. El uso excesivo de fertilizantes, la degradación de suelos, la reconversión de terrenos antes forestales y la ganadería han convertido la agricultura en uno de los mayores productores de gases de efecto invernadero. Según el informe Stern, la suma de producción agrícola, cambio de uso del suelo, producción y comercialización de insumos y fabricación de equipos e implementos agropecuarios, son responsables de 41 por ciento del total de gas carbónico que se emite en el mundo.

El clima ha enloquecido y arrastrado la vida rural. La sequía en Australia devastó las siembras de trigo, y las exportaciones cayeron más de 20 por ciento. Canadá, segundo productor mundial después de Estados Unidos, va a tener la producción más pequeña en cinco años. En Kansas se sufrieron nevadas. En China, el calentamiento global acortará el periodo de crecimiento de los cereales y las semillas no tendrán tiempo de madurar. Además, las recientes inundaciones destruyeron 5.5 millones de hectáreas de trigo y colza. Sequías y lluvias amenazan con derrumbar las cosechas por doquier.

El crecimiento económico en países como India y China ha modificado la pauta de consumo alimentario de millones de personas. Hoy comen más, mejor y otro tipo de productos. Por ejemplo, el consumo de carne de vacuno ha aumentado. Pero para producir un kilo de carne de res en pie se necesitan ocho kilos de cereales. Un kilo de carne comestible requiere el doble de cereales. Así, detrás de los millones de hamburguesas que se consumen en el mundo hay más y más sembradíos de granos y oleaginosas para engordar vacas.

El mercado agrícola ha entrado en la órbita financiera. La comida forma parte del casino de la especulación financiera. Ante la crisis de las hipotecas, la debilidad del dólar y la recesión en Estados Unidos, los fondos de inversión se han trasladado al lucrativo negocio del hambre. La comida se ha convertido –mucho más de lo que ya era– en bien para especular. Durante 2007, dichos fondos invirtieron 175 mil millones de dólares en el mercado de futuros (contratos que obligan a comprar o vender una mercancía a un precio y un plazo determinados). Actualmente dominan 40 por ciento de los contratos en la bolsa de valores de Chicago, proporción sin precedente. La compra de soya en ese terreno pasó de 10 millones de toneladas en marzo de 2007 a 21 millones el mismo mes de este año.

Un modelo en crisis
La producción de alimentos es un arma clave y poderosa que Estados Unidos ha aceitado desde hace décadas. Guerra, alimentos y derechos de propiedad intelectual están estrechamente vinculados con la estrategia económica de la Casa Blanca desde los años 70. Desarrollo de la industria militar, producción masiva de granos y patentes han sido pilares de la hegemonía estadunidense en la economía mundial.

La comida es un instrumento de presión imperial. John Block, secretario de Agricultura entre 1981 y 1985, afirmó: ‘El esfuerzo de algunos países en vías de desarrollo por volverse autosuficientes en la producción de alimentos debe ser un recuerdo de épocas pasadas. Éstos podrían ahorrar dinero importando alimentos de Estados Unidos’.

Los productos agrícolas made in USA son una de las principales mercancías de exportación de ese país. Con su mercado interno saturado está empujando, agresivamente, para abrir las fronteras a sus alimentos. Una de cada tres hectáreas se destina a cultivar productos agropecuarios para exportación. Una cuarta parte del comercio rural la realiza con otros países. Si hasta antes de 1973 los ingresos por las ventas de este sector al exterior fluctuaban alrededor de 10 mil millones de dólares cada año, a partir de entonces aumentan en un promedio anual de 60 mil millones. El éxito se basó, en mucho, en la combinación de apoyos gubernamentales a la producción y al producto, para derrumbar los precios por debajo de los costos de producción, así como en abundantes subsidios a la exportación.

El presidente George W. Bush lo ratificó al firmar la Ley de Seguridad para las Granjas e Inversión Rural de 2002. ‘Los estadunidenses –dijo– no pueden comer todo lo que los agricultores y rancheros del país producen. Por ello tiene sentido exportar más alimentos. Hoy, 25 por ciento de los ingresos agrícolas estadunidenses provienen de exportaciones, lo cual significa que el acceso a los mercados exteriores es crucial para la sobrevivencia de nuestros agricultores y rancheros. Permítanme ponerlo tan sencillo como puedo: nosotros queremos vender nuestro ganado, maíz y frijoles a la gente en el mundo que necesita comer.’

Sistemáticamente, los organismos financieros multilaterales han promovido la destrucción de la producción agrícola local y la importación de alimentos de las naciones más pobres. El 70 por ciento de los países en desarrollo son ahora importadores netos de alimentos. Sus habitantes viven el asesinato silencioso en masa de esta guerra no declarada.

Aunque los springbreakers del libre comercio, como Robert Zoellick, presidente del Banco Mundial, insisten en que para superar la crisis hay que hacer más de lo mismo, esto es, liberalizar los mercados, desregular la economía, desarrollar nueva tecnología y dar ayuda alimentaria, el modelo de agricultura industrial y ventajas comparativas comienza a cuartearse. Los estados se han decidido a intervenir en la economía.

Según Economist Intelligence Unit (La Jornada, 29/4/08), ‘de 58 países cuyas reacciones son seguidas por el Banco Mundial, 48 han impuesto controles, subsidios al consumidor, restricciones a la exportación o aranceles inferiores’. Malawi ha desafiado con éxito el Consenso de Washington y se ha convertido en exportador de granos.

A finales de febrero el presidente Evo Morales aprobó un decreto que prohíbe temporalmente la exportación de varios alimentos, como carne de res y arroz, debido a la escasez en el mercado. La medida también afecta al trigo, el maíz, el azúcar y los aceites comestibles, que Bolivia exportaba a naciones vecinas, cuya carestía en el mercado local disparó los precios. Según el mandatario boliviano, ‘en la vivencia familiar, cuando sobran nuestros productos, tenemos todo el derecho a vender y exportar; si faltan, estamos en la obligación de garantizar la alimentación familiar’.

Quince países latinoamericanos acordaron en la Cumbre sobre Soberanía y Seguridad Alimentaria declarar la emergencia. Nicolás Maduro, canciller venezolano, propuso crear un ‘fondo agrícola-petrolero’ y un banco latinoamericano de productos agropecuarios. Los gobiernos centroamericanos están desembolsando dinero en efectivo, dando fertilizantes y semillas mejoradas, comprando granos a los campesinos para evitar que los altos precios terminen hundiendo en la miseria a millones de personas.

India ha prohibido que arroz, trigo, garbanzos, papas, caucho y aceite de soya coticen en el mercado de futuros. Rusia ha congelado precios de leche, huevos, aceite y pan. El gobierno chileno entregará un bono equivalente a unos 45.5 dólares a un millón 400 mil familias pobres. Indonesia ha triplicado sus subsidios a los alimentos.

La superficie agrícola llegó, en lo esencial, a su límite. El modelo de revolución verde de los 60 ha alcanzado un tope. Entre los 70 y 90, los rendimientos agrícolas crecieron a un ritmo de 2.2 por ciento al año. Sin embargo, ahora aumentan a una tasa de uno por ciento anual. No hay tierra agrícola suficiente para producir simultáneamente granos para la alimentación humana y para ‘dar de comer’ a los automóviles. Es falso que transgénicos vayan a resolver esa crisis; por el contrario, la agravarán.

Para los pobres del mundo, las noticias no son buenas. El futuro inmediato será de penuria alimentaria y altos precios. No hay perspectiva de comida barata.

El asesinato silencioso en masa que viven hoy las naciones no desarrolladas y sus pueblos debe ser detenido. Ello sólo será posible cambiando drásticamente el actual sistema agroalimentario. La solución al problema está en manos de 450 millones de campesinos minifundistas, a los que, por todos los medios, se ha tratado de expulsar de sus parcelas. Tres cuartas partes de los pobres del mundo sobreviven de la agricultura, y 95 por ciento de los campesinos habitan en países pobres. Es a ellos a quienes debe apoyarse.

También deben impulsarse políticas públicas que defiendan la soberanía alimentaria de las naciones. Cuando sea necesario, los gobiernos deben tener el derecho a cerrar sus fronteras para defender su producción interna, a apoyar a sus productores con los estímulos que consideren convenientes. Hoy, más que nunca, la agricultura debe estar fuera de la Organización Mundial del Comercio.

Como lo saben quienes han vivido guerras, la mayor debilidad de una nación es depender de otras para alimentar a sus ciudadanos. La comida más cara es la que no se tiene.

  

Escenario Stratfor

mayo 28th, 2008

A continuación comparto con ustedes este interesantísimo articulo de Alfredo Jalife-Rahme publicado en el periódico La Jornada, México D.F. miércoles 28 de mayo del 2008.

Espero que sea ilustrativo

pinguinofrog

  

  

Escenario Stratfor: desintegración de México e intervención de EU

  

En dos artículos, Stratfor (13 y 23/5/08), centro de pensamiento texano israelí que se autodenomina la ‘CIA de las principales 500 empresas’ de la revista Fortune, considera a México, en su aciaga etapa calderonista, como candidato a convertirse en un ‘país fracasado’, al estilo de la República Democrática del Congo, Colombia y Líbano, debido a la aparente derrota del ‘Estado mexicano’ frente a los cárteles de estupefacientes.

  

George Friedman, director de Stratfor (13/5/08), define la razón por la cual México está al borde de convertirse en un ‘Estado fracasado’, un ‘Estado que no funciona más como un Estado’: ‘La lealtad primaria de los funcionarios del gobierno es a los cárteles y no al gobierno, que se convierte tanto en un campo de batalla de competencia entre los cárteles como en un instrumento utilizado por un cártel contra el otro’, cuando el Estado ‘no puede cumplir su función primaria de mantener la paz’.

  

Matiza que el ‘Estado mexicano no ha fracasado aún’, pero posee el ‘potencial de convertirse en un Estado fracasado’. México tiene una ‘tradición de gobiernos fracasados’, aunque ‘hoy existen mayores riesgos en juego. El tráfico de drogas ascendió a 40 mil millones de dólares, 20 por ciento de las exportaciones de México a Estados Unidos en 2007’. Concluye que ‘si México fracasa, habría serias repercusiones geopolíticas’ que llevarían a la intervención de Estados Unidos.

  

En la ‘gestación de un país fracasado’, Stratfor (23/5/08) pone en relieve la foto de un muñeco alusivo a Felipe Calderón que es quemado en el Zócalo. Su escalofriante tesis nodal, aunque nada novedosa, levanta la ‘posibilidad’ de un atentado en contra de Calderón que desembocaría en el ‘caos sociopolítico’ y una sucesión presidencial tormentosa que obligaría a la ‘intervención de Estados Unidos’.

México ‘ha entrado a un periodo de inseguridad acelerada’ y, aunque todavía no cumpla los requisitos para ser clasificado un ‘país fracasado’, su ‘gestación’ parece haberse iniciado. Más de mil 300 muertos de la guerra de los cárteles en menos de cinco meses no son poca cosa y las ‘fuentes’ (sic) de Stratfor ‘han indicado que el presidente mexicano Felipe Calderón puede estar en la lista de los objetivos de los cárteles’, por lo que ‘ha incrementado los detalles de su protección personal, incluyendo la integración de una escolta de un helicóptero armado’, con la ‘ayuda de los servicios de inteligencia de Estados Unidos’. Entonces, ¿la Iniciativa Mérida está más bien destinada a la protección física de Calderón?

  

Stratfor rompe sin desparpajo todas las barreras de la temeridad: ‘debido a las ambigüedades de la Constitución Mexicana en relación con la sucesión presidencial, si Calderón fuese asesinado, la estabilidad del país podría deteriorarse en forma dramática’.  ¡Ni Dios lo quiera!

  

Profundiza su escenario letal: ‘la muerte de Calderón desencadenaría probablemente (sic) una disolución completa de alianzas en la legislatura mexicana’, básicamente entre el PRI y el PAN, que buscarían colocar al sucesor. ¿Beltrones, Gamboa o Creel de ‘presidentes interinos’?  ¡Ni Dios lo quiera! ¿Qué será peor: otro magnicidio, o la llegada a la primera silla de uno de estos tres?

  

Stratfor se enreda con las claras atribuciones constitucionales entre un ‘presidente sustituto’ y un ‘presidente interino’. Aquí no vale tanto la precisión jurídica, sino la amenaza del mensaje sobre un magnicidio y el caos sociopolítico ulterior de un país cuyo ‘control estaría expuesto a una variedad (sic) de influencias’.

  

A juicio de Stratfor, en tal escenario macabro el papel del secretario de Gobernación sería determinante, pues no solamente lubricaría la sucesión en forma ordenada gracias al control de las fuerzas armadas, sino que, en caso de una parálisis legislativa para ponerse de acuerdo, él mismo podría elegirse como nuevo presidente con el apoyo de la ‘policía federal de 24 mil efectivos cuyas interacciones con los cárteles los han convertido en las autoridades más corruptas – ¡súper sic!– del país’. ¿Se trataría, entonces, del ascenso de la narcocracia al poder de México, prevista en el libro La próxima guerra, escrito hace 12 años por el ex secretario del Pentágono Caspar Weinberger, con prólogo de Maggie Thatcher, la ex primera ministra de hierro de Gran Bretaña?

  

En medio de las manifestaciones de los partidarios de Andrés Manuel López Obrador, el ‘único desafío potencial’ a la toma del poder por Juan Camilo Mouriño Terrazo ‘provendría de los comandantes militares’, aunque la ‘fuerza del Ejército es relativamente limitada. Constituye la más pequeña fuerza militar per cápita de Latinoamérica, con 192 mil 770 de personal activo, de los cuales 60 mil son conscriptos de solamente cuatro horas de servicio por semana durante el año’, y cuya ‘capacidad tecnológica también es limitada’, habiendo llegado hasta a ‘devolver helicópteros a Estados Unidos por falta de mantenimiento’.

  

Pareciera que Stratfor desea militarizar México al estilo de Colombia y del propio régimen torturador bushiano que libra varias guerras en el planeta con el fin de estimular su ‘complejo militar-industrial’, al señalar que ‘el Ejército Mexicano no ha operado mayores actualizaciones o revisiones de su sistema en los pasados 15 años’.

  

De paso, lanza elogios a la ‘Iniciativa Mérida’, que servirá para ‘profesionalizar (sic) a las fuerzas militares y de policía’ con unos magros 350 millones de dólares. Pareciera que México no cuenta con ejército ni con policía, totalmente desamparado de tecnología para garantizar la seguridad y ni siquiera para explorar el ‘tesoro’ petrolero en las profundidades del Golfo de México.

  

A nuestro humilde entender, viene la parte principal: la balcanización y la intervención de Estados Unidos. México podría ‘correr el riesgo de una fragmentación política’ en caso de no poder asegurar ‘un rápido remplazo’ de Calderón: ‘no existe un poder claro que pueda tomar las riendas del país’, y en caso de que la ‘lucha doméstica se salga de control, Estados Unidos podría considerar seriamente – ¡súper-sic!– una intervención’.

  

¿Quién controlará los hidrocarburos de México? Esto no lo dice Stratfor.

  

Después de los escándalos del chinogate (cuya hermana es traductora de la CIA) y el hurto de los Blackberry (que valió la difusión exagerada de la Casa Blanca y Fox News), pareciera que los círculos bushianos sopesan la viabilidad de aplicar el escenario Weinberger que repite Stratfor 12 años más tarde.

  

México, donde todo puede suceder

mayo 8th, 2008

Ultimamente en la vida regida por el ridiculo habiamos dejado de lado la crítica política porque no importa cuanto pueda uno escribir de las estupideces de nuestros gobernantes…

Parece que seguiran para siempre, mientras nosotros como cobarde y tolerante sociedad civil se lo sigamos permitiendo

Últimamente el que se lleva las palmas es nuestro Gober piadoso, sí, Emilio González Márquez,  el de la mentada de madre a todos y hacia todos los que nos les guste su manera de gobernar. Es increible lo que unas copitas pueden hacer en el alma de los individuos.

Después seguiremos hablando del idiotita que se dice gobernador y que padecemos en el estado de Jalisco.

  Aaaaaahhh, pobrecillo…

A  continuación comparto un articulo muy interesante de Carlos Fazio

pinguinofrog

  

Carlos Fazio  

Sobre nazis, terror y medios  

México vive una aguda lucha de clases. La actual disputa en torno al petróleo, que confronta a privatizadores y nacionalistas, exhibe el problema de manera descarnada. Continuación de la pelea en torno al fraude de Estado electoral, el conflicto sobre la privatización de Petróleos Mexicanos expone, en definitiva, la disputa entre dos proyectos de nación dentro de los marcos del sistema.  

La primera fase de la lucha en torno a la contrarreforma energética de Felipe Calderón desnudó la renovada alianza de clases de los partidarios del status quo y el inmovilismo; de quienes se oponen a todo cambio social y al pensamiento crítico y solidario. Y como tantas veces antes en el pasado reciente, dicha alianza clasista se movió, en términos de propaganda, en dos terrenos interrelacionados, complementarios y, en rigor, sincronizados: el de los intelectuales orgánicos del sistema y el de la guerra sucia mediática patrocinada por la derecha más reaccionaria. En ambos casos, el escenario principal de la campaña de manipulación e intoxicación propagandística fueron los medios electrónicos bajo control monopólico, Televisa en primer lugar. Sin embargo, la prensa escrita también jugó papel destacado, sobre todo en las secciones de opinión.  

El blanco de la campaña fue el mismo que desde 2002, atravesando por los videoescándalos, el desafuero y la guerra sucia electoral, tiene inquieta a la oligarquía y llega hasta nuestros días: Andrés Manuel López Obrador, estigmatizado entonces como populista radical, mesías tropical, hombre autoritario y violento, y caricaturizado ahora como fascista, nazi y golpista, entre otros epítetos y trucos retóricos fuera de toda proporción y objetividad.  

En el fondo, la reacción de la cúpula empresarial, la ultraderecha corrupta y sus papagayos mediáticos no se reduce a señalar a AMLO como ‘un peligro para México’. El verdadero temor de la plutocracia gobernante, sus aliados priístas y los intelectuales políticamente correctos guarda relación directa con el avance de la conciencia popular, las masivas acciones de la resistencia civil pacífica contra el fraude electoral y en defensa del petróleo y el surgimiento de distintas formas de organización horizontal en todo el territorio nacional.  

Si a ello se le suma la existencia en México de otras fuerzas antisistémicas, algunas de carácter armado (EZLN, EPR, ERPI), se comprende por qué el régimen recurre de manera persistente a la mentira, la falsificación de la información y al terrorismo mediático, en el contexto de una guerra contrainsurgente en ascenso.  

La cúspide de la campaña mediática fue un espot difundido en horarios estelares de Televisa, donde se comparó la toma de las tribunas en el Congreso por legisladores del Frente Amplio Progresista con acciones encabezadas por Adolfo Hitler, Benito Mussolini, Augusto Pinochet y Victoriano Huerta. Por medio de una secuencia de imágenes, esos anuncios pretendieron equiparar a López Obrador con los personajes mencionados, mientras se afirmaba que, con la ‘clausura’ del Congreso, la ‘democracia’ mexicana y la ‘paz’ estaban en peligro. Un insulto a la inteligencia, o una forma falaz y absurda de sembrar miedo y alimentar el encono y la polarización social.  

La liga directa del Partido Acción Nacional con los promotores visibles de los espots de propaganda negra (entre ellos los neofascistas Guillermo Velasco Arzac y José Antonio Ortega, quienes en colusión con el genocida presidente de Colombia, Álvaro Uribe, presentaron además una denuncia penal por ‘terrorismo internacional’, ante la Procuraduría General de la República, contra Lucía Morett y 15 mexicanos más, cuatro de ellos asesinados en el Sucumbíos ecuatoriano), no dejó duda sobre quién fue, en realidad, el autor intelectual de la nueva campaña de odio: el gobierno de Felipe Calderón. Una vez más, el respaldo público del Consejo Coordinador Empresarial al régimen desnudó el carácter de clase de la nueva guerra sucia mediática.  

John M. Ackerman recordó en estas páginas que el fascismo es una ideología basada en la razón de Estado y la fidelidad total al jefe de la nación, que utiliza la violencia y la propaganda para generar un clima de miedo y odio contra los ‘diferentes’. Y no es precisamente López Obrador quien se ha acercado en los últimos años al fascismo, sino los gobiernos del PAN y los grandes monopolios privados, legitimados por la jerarquía conservadora de la Iglesia católica e intelectuales áulicos que viven de la teta del poder.  

Con un agregado: igual que ocurre en Colombia, Venezuela, Ecuador, Argentina y Bolivia, el nuevo laboratorio mediático de abril en México forma parte de la ‘guerra de cuarta generación’ impulsada por la administración Bush en el marco de su lucha contra el ‘terrorismo’ (como sustituto del viejo fantasma comunista).  

El concepto, acuñado en 1989 por William Lind del Pentágono, abarca la guerra asimétrica, la guerra sucia, el terrorismo y la propaganda, en combinación con estrategias no convencionales de combate que incluyen la cibernética, el control de población y la política.  

Asociada a la guerra sicológica, la generación de matrices de opinión falsas y negativas, mediante el reciclamiento de mensajes fabricados que son difundidos en la gran prensa internacional, permite librar batallas que se resuelven sin fusiles. Las grandes unidades militares son remplazadas por pequeñas unidades mediáticas que montan grandes operaciones de prensa que buscan determinada reacción de la sociedad. Con una ventaja central: a la familia Santos del diario bogotano El Tiempo, y a Emilio Azcárraga Jean, de Televisa, no hay que engañarlos o convencerlos. Son herramientas dóciles, porque sus intereses económicos y de clase coinciden con los objetivos de las guerras sicológicas de Washington.  

  

La Jornada