La vida regida por el ridí­culo :: Todo se puede en México…

La vida regida por el ridí­culo

un sueño

octubre 26th, 2006

  

  

Han llegado, puedo sentirlos, su frío, su dolor, su soledad. Me despiertan con una caricia en el hombro Ya son más de las doce, me informan. Abro los ojos con algo de dificultad y los veo flotando, ahí, a un lado de la cama. Han llegado, han llegado para darme un mensaje desde la otra frontera, han venido para decirme que mis muertos están preocupados, que están inquietos porque me estoy acercando peligrosamente a los límites. Me hablan en una lengua desconocida pero que sin embargo comprendo perfectamente. Me siento a la orilla de la cama para verlos mejor, me tallo los ojos para verificar que estos no me engañan. Los espectros me son completamente desconocidos, ni por asomo logro identificarlos; quiénes podrán ser. No puedo evitar relacionar esta aparición con Dickens. No dejo de sentirme un Scrooge víctima de los tres espíritus de la navidad, aunque, estos que hoy han venido son cinco.

  

Uno de ellos trae un portafolios que abre para darme un cilindro que supongo es de metal, pero cuando lo pone en mis manos siento que me quema como hielo. Pienso que es un telescopio, más bien es como un caleidoscopio. A señas el espectro me pide que vea a través del ocular, y en ese momento pude observar con asombro todos los momentos felices de mi vida, los más felices, llenos de completa plenitud y alegría, absolutamente todos. Me quedo sin habla, pasmado antes esos momentos, algunos ya enterrados en el cementerio del olvido, de la sin memoria. Me siento completamente sobrecogido por esas visiones, por la presencia de estos mensajeros, me quedo sin gritos. Apenas un pequeño escalofrío, que se asemeja más a un temblor, hace estremecer los rincones más escondidos de mi piel, las lágrimas salen como gotas de una estalactita de invierno fundiéndose en pleno deshielo.

  

No, no puedo seguir mirando, no sé que hacer con estas visiones que los fantasmas han traído hasta aquí, dejo caer el cilindro de mis manos y se quiebra como si estuviera hecho de láminas de azúcar. Llevo las manos al rostro, trato de llorar con fuerza pero, sólo unos sollozos son capaces de abandonar mi boca. El espíritu ríe con la carcajada más terrible que mis oídos hayan conocido. En ese momento es donde el miedo se empieza a apoderar de mi, como si mi cuerpo empezara a ser escalado por un millón de hormigas.

  

Uno de los fantasmas se acerca cariñosamente y seca mis lágrimas con la punta de sus dedos sin carne al tiempo que otro, al parecer el más joven, introduce el dedo en una de las cuencas de sus ojos vacíos y obtiene un pigmento de color naranja con el cual pinta un signo desconocido en mi frente.

  

Todos me rodean, cada vez más próximos, empiezan a cerrar el cerco. Cae un rayo fuertísimo, que hace que se ilumine toda la habitación, la ciudad entera. Empieza a llover de una forma desproporcionada, los espectros ríen de mi condición indefensa.

  

  

Despierto, jadeante. Me doy cuenta que está lloviendo, los truenos y los relámpagos caen sin fin. Estoy sudando, respirando de manera acelerada, me levanto de la cama y los fantasmas no están ahí, miro a través de la ventana y veo un cielo de nubes muy bajas de color rojo intenso, pienso que nunca había visto el cielo así, jamás en mi vida, y no dejo de pensar que tal vez sea un augurio de algo que no tardará en acontecer.

  

Me quito la playera empapada de sudor, casi al grado de poder exprimirla. Acerco el vaso de agua a mis labios que siento secos, blancos. Tomo un sorbo y un reflejo de ahogo me hace toser. Voy al baño, enciendo la luz y me miro al espejo, me veo cansado. Reviso mi frente y no veo ningún signo pintado de anaranjado. Fue un sueño, todo fue un sueño, respiro, con largas pausas, aliviado.

  

Afuera sigue la lluvia, el cielo color rojo no deja de llamarme la atención, no deja de preocuparme,   aunque sea un poco. Vuelvo a la cama para tratar, otra vez, de dormir,   miro el techo unos minutos, escucho la lluvia golpeando la ventana, pienso en el sueño que acabo de tener, ciertamente extraño, no podría clasificarlo como una pesadilla, pero recordarlo, o tratar de recrearlo, me causa cierta incomodidad. Cierro los ojos, respiro profundamente, uno, aaaaaaaah, dos, aaaaaaaah, tres, aaaaaaaah, cuarenta y siete, aaaaaaaaaahh, doscientos ochenta y dos, aaaaaaaaahh, cuatrocientos cinco…

  

  

( ……………….. )

  

  

Están aquí, otra vez. Pensaba que se habían ido, pero están aquí. Siento frío, mucho frío, mis dientes castañean, trato de abrir los ojos, despertar, no quiero verlos de nuevo, no quiero volver a soñar con ellos, no puedo, no puedo despertar.

  

Abro los ojos, están ahí, aunque, solamente dos.

  

Me siento en la cama, quiero hablarles, preguntarles qué quieren, pedirles respuestas, uno de los espectros me pide a señas que guarde silencio, que no diga nada. No sé qué hacer, si levantarme y salir corriendo, (¿estoy despierto, estoy dormido, estoy muerto?) o hacer lo que me piden. Es terrible no darse cuenta qué es lo real, es la primera vez que tengo esta sensación, me siento completamente desvalido, que estoy a un resbalón de perder completamente la razón.

  

Uno de ellos me da un pequeño sobre de papel manila, lo recibo, lo abro, con más miedo que cuidado, hay algo ahí. Un dedo cercenado que tiene un anillo de compromiso puesto. Me quedo literalmente sin sangre cuando reconocí ese anillo,   yo lo había dado a alguien hace algunos años, el compromiso se había roto y aunque la persona en cuestión quiso regresármelo nunca pude aceptarlo de vuelta. ¿Para qué? Claro que no había olvidado el asunto pero con el paso del tiempo ya se había vuelto algo aceptado, algo que pertenecía al pasado. Pero en ese momento era la visión más espantosa que jamás he tenido y, además, el hecho de reconocer el dedo. Este estaba casi negro, lleno de pequeños gusanos, aunque la uña conservaba todavía el esmalte color rojo.

  

  

Cerré los ojos y otra vez el llanto no llega, se atora, otra vez el grito desaparece en el laberinto ciego de mi garganta, dejo caer el dedo sobre las sábanas, el anillo parece que me mira. Pero eso no era todo, adentro del sobre había un pequeño papel de reciclado hecho con esas hojas luminosas que caen de los árboles en el otoño. En él estaba escrito: ‘no olvides que este dedo lo cortaste, tú’
  

Verdaderamente no sabía qué hacer, ¿lo había cortado yo? ¿qué? ¿cómo? Se acerca el otro fantasma pidiéndome que no llore, qué no todo estaba perdido.

  

¿Perdido?
  

Quiero despertar pero no sé si ya lo he hecho; y si estoy despierto, quiero cerrar los ojos y dormir, soñar otra cosa, no soñar.

  

El fantasma me acerca una caja envuelta en papel para regalo, adornado con un listón negro muy brillante. Tomo la caja con más miedo que el sobre, pero también con una curiosidad irrenunciable. El espectro me sonríe como para darme confianza ¿Abro la caja? ¿La caja, realmente, está en mis manos?
  

En ese punto, la capacidad de mis reacciones emocionales o físicas se encuentran   completamente rebasadas, fuera del alcance de mi voluntad, de mis decisiones conscientes. Rompo la envoltura con descuido y desesperación, como si fuera un niño abriendo el primer regalo que recibe en su séptimo cumpleaños. Veo que el papel tiene impresas pequeñas fotografías color sepia con todos los momentos más terribles y desoladores de mi vida, de toda mi vida, toda.

  

  

El fantasma me anima para abrir la caja, pone su mano terriblemente fría en mi cabeza, como lo hace un abuelo con su nieto para demostrarle cariño. Abro la dichosa, la maldita caja. El contenido me parece completamente extraño, pero a la vez tan conocido. En su interior hay un habano, una estampa de la virgen, tres cartas del tarot que conozco bien: El Diablo, El Colgado, El Loco, una pequeña veladora, un poco de mirra, una carta del As de espadas, una botellita de aceite perfumado de jazmín, una estampa de La Mano Poderosa y del Sagrado Corazón, unos caracoles de mar, unas piedras: de jade, obsidiana y una que particularmente reconozco, era una piedra que pertenecía a una colección que tenía mi padre que, a su vez, le había regalado mi abuelo y, cuando yo era niño, por jugar con ella, la había perdido, no sé, tendría 8 o 9 años, realmente no recuerdo. Mi padre no me regañó, pero me habló de una forma que hacía evidente su decepción, como nunca lo escuché en mi vida.

  

  

Adentro también hay un papelito doblado en cuatro, papel delgado, de arroz. Tomo el papel y con resignación lo abro viendo al fantasma a los ojos. El papel dice:

  


  

                       ‘Esto que parece un sueño,
                       no lo es
                       esta caja contiene tesoros que van a protegerte
                       si es que todo lo haces bien,
                       al pie de la letra…

                       no huyas del   miedo
                       recuerda
                       este, siempre,   nos salvará la vida
  

                       Esta no será la única visita
                       prepárate
                       duerme profundamente
                       así será más fácil visitarte’
  

  

  

Abro los ojos, la luz de la mañana se cuela a través de la ventana, es otro día, llegó el día siguiente, ese que no sabemos si será el último. Me siento completamente agotado, el cuerpo me duele, me siento enfermo. Sigo acostado, tratando de reconocer los objetos de mi habitación, de digerir el sueño, o pesadilla que acababa de experimentar.

  

Todo había sido tan real, el horror nunca se había manifestado en mi como la noche anterior, qué extraño sueño, perturbador, puedo recordar los mínimos detalles, cuando normalmente en los sueños todo ocurre de manera borrosa, indefinida, donde las visiones se traslapan y se confunden y al día siguiente es casi imposible recrear todo con exactitud. No es mi caso, el sueño está aquí, permanece como una imagen capturada en una fotografía.

  

Ya, un poco más despierto, no puedo evitar reconocer un cierto olor desagradable, ácido, sutil pero constante, me pregunto con extrañeza qué es lo que puede ser. Huele como a, no sé, como si un pequeño ratón hubiera muerto debajo de la cama hace tres días. Por puro acto reflejo levanto la cabeza de la almohada y meto la mano por debajo y lo que siento me deja helado, siento que mis sienes empiezan a latir de manera desbocada.

  

Es el sobre de papel manila de mi sueño, y al tocarlo, inmediatamente sé que hay adentro, el olor es soportable pero pútrido. Meto la mano y, sí, efectivamente, el dedo con el anillo está ahí,   me levanto de un salto de la cama con un estertor de pánico, tiro el dedo hacia no sé donde.

  

‘No olvides que este dedo lo cortaste, tú’
  

No puede ser, no puede ser, no…En ese preciso instante, cuando aun tengo el corazón a punto de parar, veo que a los pies de la cama está la caja, la pequeña caja de madera como para guardar habanos y tirado en el piso los pedazos del papel de la envoltura. Me acerco, con un horror apenas soportable, pienso que estoy a punto de sufrir un ataque, pero no puedo soportar la curiosidad aplastante que me embarga y, desde luego, haciendo uso de fuerzas heroicas abro la caja y ahí está todo. las estampas, las piedras, el aceite de esencia de jazmín, las cartas del tarot, aunque la del Diablo tiene la esquina superior izquierda quemada. Suelto la carta, la caja, los caracoles estallan contra el piso, el contenido salta hacia todas partes de mi habitación.

  

  

No me queda otra más que caer de rodillas y llorar, ahora sí, llorar como nunca lo hice y nunca lo haré, con la desesperación propia de los condenados…

  

  

  

‘Esto que parece un sueño, no lo es…’
  

  

P.F.

  

  

  

  

  

  



  

  

3 Responses to “un sueño”

  1. comment number 1 by: PF

    Hola Pinguino… Una traducción de tu cuento excelente:

    They have arrived; I can feel them, their cold, their pain, their solitude. They wake me up brushing against my shoulder. It’s past 12 o’clock they inform me. With some difficulty I open my eyes and see them floating, there, at the side of my bed. They have arrived, they have arrived to give me a message from the other side, they have come to tell me that the dead are worried, that they are worried because I am getting dangerously close to their borders. They talk to me in an unknown language that all the same I understand perfectly. I sit on the edge of my bed to see them better, I rub my eyes to make sure that they aren’t merely some kind of trick. The spectres are completely unknown to me, not even by straining to see them better can I identify them; who they might be. I cannot avoid comparing this apparition with Dickens. I can’t help feeling like a Scrooge, victim of three Christmas spirits, even though, those who visit me number five.
    One of them has a briefcase which he opens to give me a cylinder which I suppose is made of metal, but when I put it in my hands I feel it burn like ice. I think it is a telescope, but it’s actually more like a kaleidoscope. The spectre motions to me to look through the eyepiece, and at this moment I can observe, with surprise, all the happy moments of my life, the happiest, complete wellbeing and happiness, absolutely all of them. I am speechless, dazed watching these moments, some already buried in the cemetery of the forgotten, of those without memory. I feel completely overwhelmed by these visions, by the presence of these messengers, I am unable to scream. Barely a tiny shiver, more like a tremor, makes the hiddenmost corners of my skin tremble, tears exit like drips from a winter icicle melting in the thaw.
    No, I cannot keep looking, I don’t know what to do with these visions that the phantasms have brought here, I let the cylinder fall from my hands and it breaks as if it was made of sheets of sugar. I bring my hands to my face, I try with all my energy to cry, but just a few sobs are leave my mouth. The spirit laughs with the most terrible roar that my ears have ever known. This is the moment where fear starts to take over me, as if a million ants had begun scaling my body.
    One of the phantasms draws affectionately near and dries my tears with the tips of all his fleshless fingers at once, while another, seemingly younger, puts his finger into one of his empty eye sockets and takes out an orange-coloured pigment with which he paints an unrecognizable sign on my forehead.
    They all surround me, closer every second; they start to close the circle. There is an enormous flash of lightning, which illuminates the whole room, the whole city. It starts to rain in a disproportionate manner, the spectres laugh at my defenceless state.
    I wake up, gasping. I realise it’s raining, with endless thunder and lightning. I’m sweating, breathing fast, I get up from the bed and the phantasms are no longer there, I look through the window and see an intense red sky of low clouds, I think that I have never seen a sky like this, never in my life, I keep thinking that maybe it’s an omen for something that will happen soon.
    I take off my t-shirt, soaked in swear, you can almost squeeze water out of it. I bring the glass of water to my lips which feel dry and white. I take a sip and a gag reflex makes me cough. I get to the bathroom, turn on the light and look at myself in the mirror, I look tired. I check my forehead and I see no sign painted there in orange. It was a dream, it was all a dream, I breathe, with long pauses, relieved.
    Outside the rain continues, the red sky keeps calling my attention, it keeps me worried, even if just a little bit. I return to bed to try, once again, to sleep, I look at the ceiling for a few minutes, I listen to the rain hitting the window, I think about the dream I’ve just had. It was definitely strange, I couldn’t call it a nightmare, but when I remember it, or try to recreate it, it makes me feel a little uncomfortable. I close my eyes; breathe deeply, one, aaaaaaaah, two, aaaaaaaah, three, aaaaaaaah, forty six, aaaaaaaaaaaaah, two hundred and eighty two, aaaaaaaah, four hundred and five…
    ( ……………….. )
    They are here again. I thought they had gone, but they are here. I feel cold, very cold, my teeth chatter, I try to open my eyes, to wake up, I don’t want to see them again, I don’t want to dream about them again, I can´t, I cannot wake up.
    I open my eyes; they are there, though this time just two of them.
    I sit on my bed, I want to talk to them, ask them what they want, ask for answers, one of the spectres signals me to keep quiet, not to say anything. I don’t know what to do, whether to get up and run away (am I awake, or asleep, or dead?) or do what they ask of me. It’s terrifying not to know what is real, this is the first time I have ever had that sensation, I feel completely defenceless, that I’m one slip away from completely losing all reason.
    One of them gives me a small Manila paper envelope, I take it, I open it, more with fear than care, there is something in it. A dismembered finger with an engagement ring on it. I feel my blood leave me when I recognise this ring, I gave it to someone a few years ago, the engagement was called off and although the person in question wanted to give me the ring back, I never accepted it. Why? Of course I had never forgotten the event, but with the passage of time it became something I just accepted, something that belonged to the past. But at this moment, it is the most frightening vision I have had, and, especially, the fact I recognise the finger. It is almost black, full of little worms, although the nail still keeps its red varnish.
    I close my eyes and once again my tears do not come, they get stuck, once again my cry disappears in the blind labyrinth of my throat, I let the finger fall onto the sheets, the ring seems to look up at me. But that is not all, inside the envelope there is a small piece of recycled paper made with those luminous leaves that fall from the trees in autumn. On it is written: “Do not forget that this finger was cut off by you.”
    Truly, I do not know what to do, had I cut it off? What? How? The other phantasm approaches asking me not to cry, that everything is not lost.
    Lost?
    I want to wake up but I don’t know if I already have; and if I’m awake, I want to close my eyes and sleep and dream of something else, or not dream.
    The phantasm approaches with a box with gift wrapping, adorned with a brilliant black bow. I take the box, with even more fear than with the envelope, but also with an undeniable curiosity. The spectre smiles at me as if to give me faith, should I open the box? Is this box really in my hands?
    At this point, my emotional and physical reactions are completely taken over, beyond the reach of my will, of my conscious thinking. I tear the wrapping with desperation and carelessness, as if I were a child opening his first present on his seventh birthday. I see that the wrapping paper has photographic sepia prints all over it of the most terrible and desolate moments of my life, of all my live, everything.
    The phantasm encourages me to open the box; he puts his terribly cold hand on my head, as a grandfather would to his grandson to show him he cares. I open the cursed, damned box. The contents seem completely strange to me, but at the same time familiar. Inside there is a Cuban cigar, a stamp of the Virgin, three tarot cards which I know well. The Devil, The Hanged Man, The Lunatic, a small candle, a little myrrh, the Ace of Spaces, a bottle of jasmine scented oil, a stamp of the Powerful Hand and the Sacred Heart, some seashells, stones of jade, obsidian and one in particular that I recognise which belonged to a collection that my father had, which in turn had been given to him by my grandfather and which, when I was little, played with and lost, when I was, I don’t know, 8 or 9 years old, I really don’t remember. My father didn’t tell me off, but he talked to me in a way that made clear his disappointment in me, in a way I had never heard in my life.
    Inside there is also small piece of paper, folded in four, thin, rice paper. I take the paper and with resignation I open it while looking the phantasm in the eyes. The paper says
    “This, which seems a dream,
    is not
    this box contains treasures which will protect you
    if you do everything correctly
    to the very letter…

    do not flee in fear
    remember
    this, always, will save our lives.
    This will not be the only vision
    prepare yourself
    sleep deeply
    that way it will be easier to visit you”
    I open my eyes and the morning light streams through the window, it is another day, the following day has arrived, the day we never know if it will be the last. I feel completely exhausted, my body hurts, I feel ill. I remain lying down, trying to recognise the objects in my bedroom, to digest the dream, or nightmare I have just experienced.
    Everything had been so real, horror has never taken shape in me like it did the previous night, what a strange dream, disturbing, I can remember the most minute details, whereas normally in my dreams everything happens in a blurry, indefinite way, where visions overlap and confuse each other and the following day it is almost impossible to remember anything exactly. Not in my case, the dream is here, it stays like an image captured in a photograph.
    Already, a little more awake, I can’t help but notice a certain unpleasant smell, acid, subtle but constant, I wonder with surprise what it could be. It smells like, I don’t know, as if a small mouse had died under the bed three days ago. In a simple reflex act I raise my head from the pillow and put my hand underneath it and what I feel leaves me frozen, I feel my temples start to throb uncontrollably.
    It is the manila envelope of my dream, and when I touch it, immediately I know what is inside, the smell is unbearable and putrid. I put my hand in, and yes, exactly, the finger with the ring is there, I leap out of bed with a panicked raspy breath; I throw the finger away from me.
    “Do not forget that this finger was cut off by you.”
    This cannot be, this cannot be, this cannot… In this exact moment, when my heart is about to stop, I see, at the foot of the bed, the box, the small wooden box for storing cigars and on the floor the ripped scraps of wrapping paper around it. I go over there, with a terror I can barely control, I think I’m about to suffer a heart attack, but I cannot bear the crushing curiosity which takes over me, and from this point, with heroic force I open the box and there is everything. The stamps, the stones, the jasmine scented oil, the tarot cards, although upper left hand corner of The Devil is burnt. I drop the card, the box, the seashells smash against the floor, and the contents scatter all over my room.
    The only thing left for me to do is fall to my knees and cry, now that I can, and cry like I never have before and never will, with a desperation only the condemned know…
    “This which seems a dream, is not…”
    P.F.

  2. comment number 2 by: Neuras

    Buenos elementos macabros en esta historia. Con sabor a guión. Pingüino: te envié comentarios a tu mail.

    ¡Aplausos al traductor(a)!

  3. comment number 3 by: Juan

    Has hecho lo que ni Edgar Alan Poe se atrevio a hacer, y él lo dejó bien claro en la siguiente revelación:
    «For my own part,
    I have never had a thought
    which I could not set down in words
    with even more distinctness
    than that with which I conceived it.
    There is, however,
    a class of fancies
    of exquisite delicacy
    which are not thoughts
    and to which as yet I have found it
    absolutely impossible to adapt to language.
    These fancies arise in the soul
    alas, how rarely,
    only at epochs of most intense tranquility
    when the bodily and mental health
    are in perfection,
    and at those mere points of time
    where the confines of the waking world
    blend with the world of dreams.
    And so I captured this fance
    where all that we see or seem
    is but a dream within a dream. »

    De pelos tu cuento, pinguino, me quito el sombrero….