comparto con ustedes esta magnífica reseña de un gran amigo que en estos momentos se encuentra en Sudamérica y que tuvo la oportunidad excepcional de asistir al monumental de River para ver el concierto de reencuentro de Soda Stereo
Que la disfruten.
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» ¡ ¡ ¡Vámonos detrás del de las cocas!!!»… fue la agraciada instrucción que Adrián me dio para poder meternos al huracán… A la marea humana, monstruo de unas 20,000 personas que estábamos en el campo del River Plate. Arriba en las tribunas había otras 50,000. Entonces, me metí detrás del de las cocas, que con su charola en mano nos abrió paso unos 40 metros adentro, hasta que el individuo decidió ya no arriesgarse a entrar más. Voltée a mis espaldas y resulta que no sólo Adrián me iba siguiendo, sino otras 4 ó 5 personas, entre ellas una chava que me sonrió y me dijo » ¡BIEN!» por todo lo que habíamos avanzado en pocos segundos. Al momento empieza la sublime «Fue» y Gustavo Cerati dice «ahora ustedes nos van a iluminar a nosotros», a lo cual todo mundo con celular en mano se dispuso a acompañar con vaivenes el tema. Lo anterior fue una breve pausa en medio del vértigo que nos esperaba al querer llegar lo más cerca del escenario. Por SEGUNDA vez.
El mejor concierto al que he asistido en mi vida comenzó como a las 21:00 del sábado 20 de octubre de 2007. En el monumental estadio de River Plate, la ahora casa repleta de Soda Stereo. Habíamos esperado como una hora y media, parados como a 60 metros del escenario en su lado derecho. Iba con mi amigo Adrián, su hermana Vicky y Gustavo su cuñado (todos porteños), pero al poco tiempo Adrián y yo nos metimos unos metros más y perdimos a Vicky y Gustavo para no volver a verlos casi hasta el final. En eso, se apagan las luces y comienza a cantar Cerati un tema que fue del tributo a Queen… «algún día», se volverían a juntar… Y de pronto, surgen los acordes de «Juego de seducción».
La multitud se volvió loca, y en estos momentos se me vuelve a poner la piel de gallina. ¿Cómo es posible que 3 músicos disparen esos sentimientos en 3 generaciones de su tiempo? No lo sé, pero tenías que concentrarte en que estabas ahí, que no era un sueño, por cursi que esto se oiga. No había conversaciones, sólo cantar al unísono. Cuando comenzó el concierto, avanzamos automáticamente unos 15 metros, y Adrián y yo seguimos con la determinación de acercarnos más y más. 4 temas (porque en Argentina se dice así, «tema», en vez de canción, o «rola») más, antes de «En la ciudad de la furia», donde TODOS comienzan a brincar eufóricamente, todos éramos uno, te agarras del de adelante y no importa quién es, es uno más junto contigo. Había perdido de vista a Adrián como por 10 minutos, pero lo encontré justo en ese tema, donde me sentí como dentro de un filme, como dentro del disco de «El último concierto». La tocaron prácticamente igualita, así como todas las demás canciones, y como Cerati había dicho en una entrevista, se oían hasta más frescas que hace 10 años, menos «viciadas», más cercanas a las versiones originales.
Adrián me dice: «che, me estoy deshidratando, hay que salirnos». Fue cuando me di cuenta que ya estábamos como a 8 metros de Zeta. Vi a mi alrededor y me di cuenta de que no era mentira, estaba en medio de lo que sólo había visto en la tele, miles de argentinos delirantes y sudorosos adorando a sus ídolos, muchos sin camisa ya (como es típico). Lo que Adrián quería no era para menos. Los empujones se daban con rigor, y todos éramos una masa, con nulo espacio entre unos y otros.
El vapor que todos despedíamos a 37 º, más el calor de la fricción de cuerpos daba un efecto sauna… y empezaron a salir las primeras chicas al punto del desmayo (por cierto, ¡QUÉ chicas!). Nos alejamos unos 10 metros y tomamos aire. «Zoom», «Cuando pase el temblor», y decidimos salirnos por agua. Cosa fácil, en 20 segundos estábamos fuera de la cancha. Tomamos agua, «Sobredodis de TV». Tomamos fuerzas, «Danza Rota». Comentamos la presencia de una niña como de 6 años, en hombros de su padre, ambos moviéndose al ritmo de «Persiana Americana», la canción con la que me acuerdo de que por allá de 1987, en México Soda fue furor, y yo, sin conocer mucho en ese entonces sobre su música, pensaba «esa canción está a punto de hartarme». Qué equivocado estaba, porque aún siendo su tema más comercial, tiene algo que no cansa.
Y vuelvo al momento de la «caravana del cuate de las cocas» con el que empecé mi relato. Al poco comenzó «Primavera 0». El show de luces era espectacular. 10 metros más adentro. El sonido era fabuloso, para mí de las mejores sonorizaciones que he presenciado. Lo comenté con Adrián, pero era mejor no hablar. En la pantalla, frases sugestivas, Ã la U2… y 70,000 gargantas: «primaveera ceroooooooooooooo!!!!». No hay adjetivos, simplemente… Y llegó el momento más rockero con «Sueles dejarme solo». No, no, no. Cerati es un genio. Los 3 son genios. Pueden hacer que el rock furioso se digiera como agua, de forma natural, y a mezclar sentimientos de incredulidad, de euforia, de comunión, de querer meterse en el cuerpo de Cerati para tocar como él esos guitarrazos que eran como ondas expansivas. Y luego, se cumplió mi deseo: oír en vivo «En el séptimo día», la cual yo pasaba días y días ensayando hasta que me salió el complicado compás de 7 tiempos, y cantándola al mismo tiempo…
¡ ¡ ¡Quién diablos compone en ese compás!!! Sólo estos monstruos. Qué comparación tan trillada, y pensándolo bien, creo que en cierto modo no son monstruos. No los sentí ni siquiera estrellas. Estaban ahí, «tocando» a su público, y tocaron todo con gusto, con ganas, felices de estar ahí, a sus cuarenta y tantos, renovados otra vez. Zeta con sus botas de cuero, sonriendo, bajo impecable y poderosísimo; Cerati simple, comprometido, energizante e imposible (sólo él, como dijo el diario «El Clarín», sólo él señores, puede tocar el riff de «Un millón de años luz» como se debe, y en este momento me da otro escalofrío); Charly Alberti preciso y contundente como nadie.
«De música ligera»… a 6 metros del escenario… Ahora sí ya tengo en mi cerebro una definición adecuada de «delirio».
Punto y aparte. Y qué contraste el contenido del párrafo anterior con los eventos que se sucedieron a continuación, que mejor me dan risa ya. Adrián me dice: «perdí el celular». Pues ya qué hacer… Le dije que se relajara, y pasamos un poco pensativos el período en blanco como de 3 minutos en que se despidieron para el primer «bis». Es momento para describir al público argentino. Ustedes disculparán, pero es el mejor público de recitales (los porteños no dicen «conciertos») que conozco. Lo viven, sienten, cantan, aquí la palabra apatía no existe, no hay brazos cruzados, es un afán de absorber todo y gozarlo. Aplaudir sincera y generosamente al final de cada tema. Creí que esa costumbre ya se había perdido, en otros lugares sólo gritamos.
En fin, mis felicitaciones a este pueblo rockero por excelencia. «Disco eterno» y luego la que confieso que es la única canción que no me atrae mucho de Soda: «Cae el sol». Para luego venir «Prófugos» y desencadenarse otra vez los brincos y empujones desenfrenados. Llegué a temer por mi integridad física. Adrián y varios cientos al rededor, llegamos a estar a 45 grados del piso, tipo Matrix, Jajajaja!
Pero sí estuvo cabrón, señores. Y aquí viene el otro suceso que mejor ya me da risa : al acabar «Prófugos», ya no tenía mi cámara conmigo. Dirigí una mirada de pánico a Adrián, y el comprendió y dijo «la cámara». Sonrisas de pena y resignación, y en esos momentos mandé al diablo mi castellano neutro y dije «ni modo, ya se fue a la chingada». Y pues sí… se salió de la bolsa del pantalón, ni con todo y la chamarra que traía anudada, logró permanecer dentro. El roce de cuerpos fue tanto, que se «exprimió» fuera, tal como el celular de Adrián. Por poco y pierdo un zapato también…
En fin, las únicas fotos que quedaron, son las que pasaron por mi retina. Pasé «Zona de promesas» pensando en mi desgracia (qué adecuado fondo musical!), pero eliminé esos pensamientos, y me decidí a admirar, contemplar en acción al mejor grupo de Rock latino de todos los tiempos, lo más cerca que estuve del escenario, como a 5 metros (de Zeta). «Nada personal» y todo mundo pensó que acababa, porque un día anterior cerraron con ésa. Pero no, Cerati dice «¿Quieren un bonus track? A ver cómo sale, porque no estaba totalmente planeado».
Antes había dicho que no sabía como agradecer tanto cariño. Y demostró que estaban los 3 realmente emocionados, tampoco se querían ir. Y vino «Vitaminas», con la que nos alejamos con la marea, unos 20 mentros para atrás… Y el cuerpo se fue soltando, como cuando la ola te acerca a la orilla. Acaban, se van. Y queda en la memoria para toda la vida.
Y definitivamente estoy dejando fuera de mi narración cosas importantes, como cuando se me salió el corazón con los golpes del bombo de «Hombre al agua»… como cuando sentí cierto orgullo de ser de los pocos que sabía la letra de «Texturas»… como cuando sentí volver a tener 18 años.
Aldo Prieto (DJ Neuras) «corresponsal» en Sao Paulo, Brasil.
LISTA DE TEMAS 20 DE OCTUBRE RIVER
1-Juegos de Seducción
2-Tele-k
3-Imágenes Retro
4-Texturas
5-Hombre al Agua
6-En la ciudad de la Furia
7-Picnic en el 4to B
8-Zoom
9-Cuando pase el temblor
10-Final caja negra
11-Signos
12-Sobredosis de TV
13-Danza Rota
14-Persiana Americana
15-Fue
16-En remolinos
17-Primavera 0
18-No existes
19-Sueles dejarme solo
20-En el Séptimo día
21-Un millón de años luz
22-De música ligera
23-Disco Eterno
24-Cae el Sol
25-Prófugos
26-Zona de promesas
27-Nada personal
28-Te hacen falta vitaminas