La vida regida por el ridí­culo

Recomendaciones de películas para esta semana:
  

Blue Velvet   (David Lynch) 1986
Mauvais Sang ‘Mala sangre’ (Leos Carax) 1986
Rendez Vous     ‘La cita’ (André Techinè) 1985
  

Abro esta lista de recomendaciones semanales con tres películas que para mi significan rompimiento, y a la vez, soporte, pilar del cine contemporáneo que se ha estado elaborando en los últimos 20 años.
  

Tres directores que, seguramente, no será la única vez que aparezcan en la lista. Tres autores que han marcado sus propias reglas e inventado su propio lenguaje estético ‘su propia voz’ o tal vez sería más apropiado decir ‘su propio ojo’ son con quienes se inaugura oficialmente esta lista semanal de recomendaciones.

Películas de los años ochenta  que se mantienen actuales, casi indestructibles ante el paso de los años, a los cambios en las temáticas y  a los avances tecnológicos que necesariamente han afectado la forma de producir nuevas películas. Estos tres trabajos de autor son de una calidad e innovación que difícilmente podremos encontrar en películas filmadas en la actualidad, tal vez porque los autores, los directores, son connotados monstruos cinematográficos y eso explicaría su peculiaridad pero siempre la mejor opinión es la de uno, cuando finalmente termina la historia que acabamos de observar y vamos, poco a poco, despertando de nuestra hipnosis, de ese soñar despierto que sólo   el cine, cuando esta comprometido con la calidad y la transformación, es capaz de dar.
  

Que las disfruten.

P.F.
      

La vida regida por el ridículo

The eternal sunshine of the spotless mind

True love leaves no traces
If you and I are one
It’s lost in our embraces
Like stars against the sun

Leonard Cohen

Verdaderamente, para mi, el cine tiene un poder hipnótico innegable, maravilloso. Durante poco menos de 2 horas (a veces un poco más) una película nos puede poseer de una manera inexplicable, nos guía hasta un punto desconocido, que no imaginamos. Por eso, el séptimo arte lo es, porque conjuga a las demás artes de una manera tal que el resultado de una buena película siempre llegará a una resolución satisfactoria.

Mi devoción personal hacia el cine y hacia algunos directores es consecuencia del reconocimiento de una estética propia que marca el estilo de ciertos realizadores que sin duda logran o han logrado romper con las fórmulas maniqueas de historias lineales donde el mal se enfrenta al bien y normalmente cuando el bien triunfa todos nos quedamos, hasta cierto punto, contentos.

No es el caso de directores que, gracias a su quehacer artístico, nos muestran a través de su particular punto de vista trabajos deslumbrantes que desde luego pueden llegar a cambiar nuestro punto de enfoque y así, en algunos casos, hasta nuestra vida.

Hoy quiero compartir la revelación maravillosa que fue ver la película The eternal Sunshine of the spotless mind del director Michel Gondry. Qué película tan estridentemente bella en su carga artística y tan bien llevada por el director. Las actuaciones son excelentes, la fotografía impecable y la edición, sobre todo la edición, es de verdad una cosa que llama la atención por su fineza y completa sobriedad pues es como ir completando un rompecabezas que al final, cuando esta terminado y lo ponemos frente a nosotros a cierta distancia, se nos revela la imagen que de antemano sabíamos que estaba ahí pero que no alcanzábamos a apreciar en su total magnitud.

Ver esta película fue como meterse en el génesis y desarrollo mismo de los sueños, los recuerdos; su lógica de caos, su ordenamiento sin orden, tal vez como la vida de alguno de nosotros; si no es que la de todos.

Como dije, existen películas que nos mueven el punto de enfoque y esta es una de ellas, donde el amor y el desamor, la nostalgia de lo irrecuperable parece que sigue y seguirá siendo el prefecto pretexto y motor de todas las cosas maravillosas y aterrantes de nuestra vida.

P.F.